Ybycuí: Educación Agrícola que perpetua a vivir en la pobreza

ECONOMIA

Por Martin Burt, PhD
Director Ejecutivo de Fundación Paraguaya

No puede dejar de indignarme lo leído ayer en el diario ABC Color, sobre la Escuela Agrícola de Ybycuí, en Paraguarí, donde los más de 50 alumnos y sus docentes se encuentran en una situación de desamparo y abandono ¿Es éste el destino ineludible de nuestros jóvenes campesinos que asisten a las más de 120 Escuelas Agrícolas del país?

En el año 2002, conocimos la Escuela Agrícola San Francisco, un internado similar al de Ybicuí y a los otros que se encuentran dispersos por todo el país. Los hermanos de La Salle solicitaron colaboración de la Fundación Paraguaya para conseguir fondos públicos o privados para ayudar a sostener la misma. Nosotros como organización ya teníamos unos 17 años de experiencia en programas de empoderamiento de la mujer, mientras solamente teníamos unos 6 o 7 años trabajando en emprendimientos juveniles y formación para los hijos de nuestras clientas. Nunca habíamos tenido una Escuela a nuestro cargo y mucho menos un internado. Luego de varios meses de planificación y preparación, iniciamos nuestra gestión como administradores de la Escuela Agrícola San Francisco de Asís, hoy en día Cerrito, con una montaña de dificultades y procesos de aprendizaje pendientes, pero con un norte claro: Cerrito sería la primer Escuela Autosostenible de Paraguay.

Luego de mucho andar, muchos intentos fallidos y cosas por mejorar, en el año 2007, solamente 5 años después, aquella Escuela que estaba desahuciada, con docentes desmotivados y alumnos sin ninguna aspiración en la vida, logra convertirse en la primer Escuela Autosostenible de Paraguay.

Desde entonces, la historia ha sido otra. Solamente el año pasado, Cerrito generó más de USD 700.000 en ventas y no solo ha sido Cerrito: también recibimos de Aldeas SOS la Escuela Agrícola de Belén, en pleno “corazón” del EPP y con la Fundación Bertoni creamos la Escuela de Mbaracayu, todas siguiendo el mismo modelo de búsqueda de la autosostenibilidad como mecanismo para formar jóvenes emprendedores rurales. Luego vinieron instituciones de África, América y Asia y ya hay más de 20 organizaciones que replican el modelo creado en Cerrito en unos 13 países.

Muchas veces nos preguntan cuantos cientos de miles de dólares invertimos en hacer de Cerrito una Escuela Autosostenible, pero eso no es lo importante ni lo significativo. Lo importante es el animarse, el tiempo dedicado, el esfuerzo y el cambio en el trabajo pedagógico y de desarrollo de capacidades. Esto es lo que nos permitió convertir ese páramo en un oasis ubicado en el Chaco paraguayo.

Me podría deshacer en anécdotas bellísimas de todos estos años. No podría contabilizar la cantidad de Ministros de distintas carteras han visitado la Escuela para decir básicamente lo mismo: “Todas las escuelas de Paraguay deberían ser como Cerrito”. Siempre nos hemos puesto a disposición, pero nunca han llegado los llamados posteriores con propuestas serias de convertir a todas las escuelas del país en un Cerrito, el único bachillerato del país donde los jóvenes egresan con doble titulación, el único bachillerato que enseña bajo la metodología del “aprender haciendo, vendiendo y ganando dinero” que ha permitido que más de 1300 jóvenes campesinos se conviertan en emprendedores rurales.

Ellos, nuestros egresados, son capaces de generar polos de crecimiento en sus comunidades, en lugar de engrosar los cinturones de pobreza urbanos. A nosotros no nos contaron esta bella fábula, la vivimos cada día como una realidad, gracias a los docentes, padres y alumnos que hacen de Cerrito un ejemplo para Paraguay y el mundo.