Un visitante cósmico acelera hacia la Tierra: el cometa 31/ATLAS, detectado por el proyecto ATLAS en Chile el 1 de julio de 2025, se desplaza a 60 km por segundo y ha captado la atención mundial por sus características fuera de lo común. Proveniente de otro sistema estelar, este cuerpo celeste se convirtió en el tercer objeto interestelar identificado en la historia de la astronomía terrestre.
Tras alcanzar su perihelio el 29 de octubre, a 210 millones de kilómetros del Sol, se espera que el 19 de diciembre se aproxime a unos 270 millones de kilómetros de la Tierra. Aunque no representa peligro alguno, su naturaleza ha generado debate entre científicos, algunos de los cuales sugieren incluso un posible origen artificial.
Un cometa que desafía las reglas conocidas
El telescopio Hubble captó imágenes del 31/ATLAS en julio, revelando una anti-cola —una corriente de gas y polvo orientada hacia el Sol— que contradice el comportamiento típico de los cometas. Esta anomalía llevó al astrofísico Avi Loeb, de Harvard, a plantear la hipótesis de que podría tratarse de una nave alienígena en proceso de desaceleración.
Loeb, junto a sus colegas Adam Hibberd y Adam Crowl, sostiene que el objeto muestra rasgos tecnológicos y posiblemente hostiles. Su trayectoria hiperbólica indica que no volverá al sistema solar, lo que refuerza la idea de un origen interestelar.
Composición y estructura únicas
Con un diámetro de 20 kilómetros, el 31/ATLAS es el cuerpo interestelar más grande jamás observado. Su composición incluye dióxido de carbono, agua, trazas de cianuro y una aleación de níquel no registrada en la naturaleza, pero sí utilizada en procesos industriales humanos. Además, emite vapor de agua en zonas donde el hielo debería permanecer sólido, lo que sugiere un mecanismo interno de calentamiento.
Observaciones desde Chile, España y sondas espaciales como Mars Express y JUICE han confirmado que el cometa desarrolló una cola convencional tras su anti-cola inicial. Su brillo varía con la radiación solar, cambiando de azul a blanco intenso, y refleja la luz con una polarización extrema, otro rasgo inusual.
Una cápsula del tiempo de 10.000 millones de años
Los astrónomos estiman que el cometa se formó hace unos 10.000 millones de años, mucho antes que el sistema solar. Su estructura intacta lo convierte en una cápsula del tiempo que podría revelar información sobre las condiciones químicas del universo primitivo.
La Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) lo incluyó en su lista de objetos de interés, destacando su valor científico. Mientras tanto, la NASA captó imágenes de alta resolución con la cámara HiRISE, aunque su publicación se ha retrasado por el cierre temporal del gobierno estadounidense.
El fenómeno ha generado un pico de interés global, con búsquedas masivas en internet y especulaciones en redes sociales. Para la comunidad científica, el paso de 31/ATLAS representa una oportunidad única para estudiar los límites del conocimiento astronómico y explorar la posibilidad de que no estemos solos en el universo.
Fotos Infobae

